Hermandad de La Soledad
Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad
La Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, con sede canónica en la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación y que procesiona el Viernes Santo, es la más decana de la ciudad.
Ignoramos la fecha exacta de su fundación pero los testimonios documentales la hacen remontar, al menos, al año 1670 (siglo XVII), cuando el Papa Clemente X le concede una bula pontificia con sus consiguientes privilegios. Vendrían otras dos más en siglos sucesivos: una de Benedicto XIV en 1748 (siglo XVIII) y la de Pío IX en 1836 (siglo XIX). Estos documentos sin duda nos indican el notable arraigo que esta Hermandad, que pervive en nuestros días, hubo de tener ya por aquellos años.
Hasta 1863 no volvemos a tener indicios documentales referidos a esta institución religiosa, desafortunadamente transcurre más de un siglo en el que el vacío documental nos impide constatar otras referencias históricas sobre el proceso evolutivo de la Soledad. Esta vez se trata de un diploma encabezado por la imagen de la Virgen, y el cual era entregado a los hermanos en el momento que entraban a formar parte de la Hermandad. Bajo la fotografía de la dolorosa se puede leer:
Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, que se venera en la Parroquia de Sta. María de la Encarnación de esta Muy noble y Muy leal Ciudad de Marbella.
Por cuanto D. (es difícil descifrar el nombre de la persona a la que iba dirigido el documento, debido a que se encuentra muy deteriorado), nos ha manifestado su fervoroso deseo de pertenecer a nuestra cofradía y gozar las indulgencias gracias y prerrogativas (…) por los sumos Pontífices Clemente X y Pío IX, así como por varios venerables prelados; y en vista de las informaciones hemos venido en admitirle por tal hermano. Por tanto, mandamos se le guarden y dispensen las gracias y beneficios que en tal concepto le corresponde y en testimonio le dimos la presente en Marbella a 19 de abril de 1863.
El 27 de septiembre de 1872, tiene lugar un Cabildo de la Hermandad, en él que el notario D. Joaquín Martín daba fé de la celebración del mismo, y cuyo documento se encuentra en el archivo histórico de la Cofradía.
CABILDO DE LA HERMANDAD DE LA SOLEDAD, 27 de septiembre de 1872.
Folio mil doscientos noventa y ocho. Documento de la Escritura Nº ciento sesenta y nueve.
Yo el infrascrito Notario mayor eclesiástico y titular de esta Ciudad, Doy fé: que ante mí se ha celebrado hoy el siguiente Cabildo de la Hermandad de la Soledad. Señores concurrentes = Don Tomás Domínguez y Artola, Don Bartolomé Otal Lopez, Don Juan Ruiz Martin, Don Manuel Reyna Mata, Don Amador Belon Pellizo, Don Juan Talaya Romero, Don Juan Romero Barragan, Don Pedro Gallardo y Burgos, Don José Ruiz Belon, Don Juan Duarte Navarro, Don Antonio Céspedes Tapia, Don José Quirós Lorente, Don Salvador Rodríguez Morilla, Don Pedro de Artola y Villalobos, Don José de Artola y Villalobos, Don Joaquin Delgado Santillana, Don Miguel Belon Torres, Don Francº Tomé Jimenez, Don Juan Alonso y Añon, Don Antonio Martin y Lara, Don Diego Gallardo Gil, Don Alejandro García Belon y Don Francº Romero = En la Ciudad de Marbella á veinte y siete de setiembre de mil ochocientos setenta y dos: reunidos los Señores cofrades de la Hermandad de nuestra Señora de la Soledad servidera en la Yglesia Parroquial de ésta dicha Ciudad, anotados al márgen bajo la presidencia del Sor. Dor. Don Francº de Paula Urbano, Arcipreste y Cura de la misma, y por ante mi el Notario mayor eclesiástico, con el fin de elegir Mayordomo y Hermanos mayores, y tratar de otros asuntos referente al bien de la misma, se procede a la votacion, resultando elegido por unanimidad, para Mayordomo, Don Tomas Dominguez y Artola, y para Hermanos mayores, Don Bartolomé Otal y Lopez, Don Juan Ruiz Martin, Don Manuel Reyna Mata, Don Amador Belon Pellizo, Don Juan Talaya Romero, Don Juan Romero Barragan, los cuales, estando presentes, y enterados, aceptaron en legal forma dichos cargos, obligandose á desempeñarlos bien y fielmente. En segunda el Sor. Cura Presidente, dió cuenta á la Hermandad, de un oficio, fecha veinte y tres de Agosto último, por el cual, el Excmo. é Ylmo. Sor. Obispo de la Diócesis de Málaga, se dignaba participar la existencia actual de crédito á favor de ésta Hermandad, y en contra del Estado, exponiendo la conveniencia de que se autorizara por la misma, con poder bastante, á el Agente de negocios en la Villa y Córte de Madrid Don Juan José de Yeste, para que reclame, liquide y cobre dichos créditos; y enterados los Señores Hermanos, acordaron por unanimidad dár como dieron ámplia facultad á el expresado Mayordomo Don Tomás Dominguez y Artola, para que en representacion de la Hermandad otorgue al poder que para el efecto fuese necesario, á favor del mencionado Don Juan José de Yeste; y con cuyo fin se expida testimonio de éste acta por el infrascrito Notario. No habiendo mas particulares de que tratar, se dió por terminado el cabildo, firmando el Sor. Presidente y Señores concurrentes, de que doy fe = Dor. Francº de Paula Urbano = Tomás Domínguez = Antonio Céspedes = Barmé. Otal Lopez = Juan Bta. Romero = Manuel Reyna = Amador Belon = José Ruiz = Juan Duarte = Juan de Alonso = José Quirós = Pedro Gallardo y Búrgos = Francº Romero = Juan Talaya = Joaquin Delgado = Miguel Belon = Alejandro García = Juan Ruiz = Pedro de Artola = Joaq. Martín Notº mayor
El cabildo inserto está conforme con su original á que me remito. Y para que conste, cumpliendo con lo mandado, pongo el presente que signo y firmo en Marbella á veinte y siete de setiembre de mil ochocientos setenta y dos
Joaq. Martin (rubricado).
En 1891 se substancia un pleito en el Juzgado de primera instancia de Marbella, entre las señoras Dña. Carmen Toro y Dña. Juana de Torres Machuca, sobre la propiedad de un rosario de oro de diez «dieces» que procesionaba Nuestra Señora de la Soledad. En este pleito, cuya documentación hacía pública D. Fernando Alcalá Marín, aparecen testimonios de seis hermanos horquilleros de la Virgen que ya la procesionaban el Viernes Santo de 1846. Es más, también aparece el nombre del Hermano Mayor de áquel entonces, el Padre Barragán.
EL PLEITO QUE «PERDIÓ» LA VIRGEN DE LA SOLEDAD, Fernando Alcalá Marín.
Un suceso que dio bastante que hablar en la Marbella de finales del siglo pasado fue el pleito que, acabada la Semana Santa de 1849, sostuvieron dos damas marbelleras: doña Juana de Torres Machuca y doña Carmen Toro, viuda de Lagos, en relación con un rosario de oro que había portado la imagen de la Virgen de la Soledad durante los desfiles procesionales.
Se inicia nuestra historia, justamente en el momento que doña Juana de Torres, camarera de Nuestra Señora de la Soledad, vecina de Marbella y «mocita vieja», por más señas, cruza el umbral del Juzgado de primera instancia llevando entre sus manos una pequeña caja de metal. La cajita contiene un rosario de oro de diez «dieces», rematado por una cruz del mismo metal adornada con tres perlas. Doña Juana aparenta estar fastidiada y habla sola: «¡Mira que decir que ella, Juana de Torres, ha robado el rosario a la Virgen! ¡Se habrá visto desfachatez! ¡Pero qué se habrá creído la doña Carmen Toro…!»
Doña Juana arde en impaciencia por soltar el estuche, por eso, cuando vislumbra al Secretario -don José Galbeño- corre hacia él y rápidamente le entrega la metálica cajita. «¡Me han calumniado, don José! ¡Me han calumniado!»
Luego, entre lloriqueos, presta declaración, y le cuenta a Don José que como camarera que era -y a mucha honra- de la Virgen de la Soledad, obraban en su poder el manto, ropas y algunas alhajas de la Virgen, entre ellas el rosario que acababa de depositar. Este rosario estuvo algunos años en manos de su convecina doña Carmen Toro, quien no había reparado en usarlo como propio, hasta el punto de tenerlo fuera de Marbella durante siete años. Al acabar los últimos desfiles de Semana Santa, el señor cura ecónomo de la parroquia le entregó el rosario advirtiéndole que «era propiedad de la Virgen y por ser su camarera se hallaba en el deber de ayudarle a defender la alhaja de las pretensiones de doña Carmen Toro», la cual señora se había permitido arrastrar por el suelo el buen nombre de la declarante propalando que había robado el rosario: «Una verdadera infamia, Don José».
Ampliándose su declaración, siguió diciendo que, según sus noticias, el rosario se lo regaló a la Virgen doña Soledad Ampudia, recibiéndolo -hacía muchos años- un Viernes Santo, el alcalde, don Francisco Roldán, y después, también en depósito, al señor vicario, don Juan Chinchilla, y a la muerte de éste, don Diego de Lagos, que era pariente de doña Soledad, la donante.
Dos testigos, casi octogenarios, corroboraron las declaraciones de doña Juana. Así, doña Soledad Martínez Figueroa expuso «que sin género de dudas el rosario era propiedad de la Virgen»; y don Francisco Tomé Jiménez, recordó que en 1846, un Viernes Santo, al mediodía, siendo hermano de horquilla de la Soledad, en unión de Antonio Ramos, José Zamora, Francisco Lima, José Romero y Miguel Vázquez, ayudó a bajar la imagen del trono para adornarla con el rosario, diciéndole al hermano mayor, padre Barragán, «que se trataba de un regalo para la Virgen».
El Juzgado, tras escuchar a doña Juana, hizo comparecer a doña Carmen Toro, viuda del que había sido secretario del Ayuntamiento don Diego de Lagos. Aunque se trataba de una señora tan anciana que casi no se tenía en pie, reaccionó con gran energía al conocer las declaraciones de doña Juana, y afirmó sus derechos sobre el rosario que -dijo- «era suyo y muy suyo», pues en 1829, con motivo de su boda, se lo regaló su tía la mentada doña Soledad Ampudia. Dijo también, que Semana Santa tras Semana Santa había tenido sumo gusto en que se adornase con él a la Virgen, y ello hasta 1883 en que se trasladó a Sanlúcar de Barrameda, donde permaneció siete años. Explicó, para terminar, que de regreso a Marbella, el alcalde don Juan Fernández Belón le había expresado el deseo del señor párroco de que prestase el rosario, lo que hizo, pero acabada la Semana Santa y en vista de que el tiempo pasaba y no se lo devolvían, acudió directamente al señor cura quien manifestó lisa y llanamente que doña Juana de Torres se había apoderado de la alhaja, y como ella al conocer lo ocurrido, manifestara públicamente su indignación y su propósito de acudir a la justicia, sabedora la astuta doña Juana, se había apresurado a presentarse en el Juzgado alegando ser objeto de una calumnia.
¿Cuál de las dos damas decía la verdad? ¿A quién pertenecía el rosario de oro de los diez «dieces»? ¿A la Virgen de la Soledad? ¿A doña Carmen Toro?.
De esta forma, en la marigerada Marbella de 1891, ante el Juzgado de primera instancia, «perdió» un pleito la Virgen de la Soledad.
Ella, tan Gran Señora, había ganado tantos que, sin duda, no se sintió ofendida.
Según el Juzgado de Marbella, que fue quien resolvió la controversia, el rosario no pertenecía a la Virgen, sino a Dña. Carmen Toro.
Otro documento encontrado en el Archivo Municipal de Marbella y referente a la Cofradía nos traslada al año 1899, en él se solicitaba al señor Capitán de la Guardia Civil, que asistiera el citado cuerpo al cortejo procesional tras los abusos y escándalos que tenían lugar en la noche del sábado al Domingo de Resurrección, vulgarmente llamado «Las Olivas».
ARCHIVO MUNICIPAL DE MARBELLA, Caja 136-H, Pieza 5.
Cuaderno de Correspondencia Oficial del Ayuntamiento de Marbella, desde 1º julio de 1898 a fin de junio de 1899.
Nº 210, Orden público.
En la tarde de mañana 31 del actual, Viernes Santo debe salir de la Capilla del Cristo de la Vera Cruz la procesión del Santo Entierro y deseando que revista la mayor solemnidad posible acudo a la digna atención de V. en súplica de que se digne disponer asista a este acto la fuerza franca de servicio del distiguido cuerpo de su merecido mando;
Asimismo por la noche a la procesión de la Santísima Virgen de la Soledad.
También desearía que alguna pareja apoye a los dependientes de mi autoridad para impedir los disparos al toque de Gloria el Sábado Santo, y los abusos y escándalos que se cometen en la noche del sábado al Domingo de Resurrección, vulgarmente llamados «Las Olivas»
D.M. Marbella 30 de Marzo de 1899
Sr. Capitán de la 6ª Compª del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil.
Al margen de estos escasos y curiosos datos, poco más se conoce de la historia de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad, hasta los dolorosos sucesos acaecidos entre 1936 y 1939, y que suponen, la destrucción de la imagen de la dolorosa, su altar profanado y la mayoría de sus efectos de culto y procesión quedaron destrozados. Solo se conservan el manto y la saya bordada en oro fino en el año 1889.
Con la finalización de la contienda civil, el fenómeno cofradiero resurge en Marbella. Las Hermandades existentes con anterioridad se reorganizan de nuevo y fundan otras nuevas. De este modo, en el año 1939, un grupo de hermanos de la Soledad entre ellos, la familia Lavigne Roldán, deciden encargar una nueva talla de la Virgen en base a una fotografía existente de la imagen anterior, y así conseguir procesionarla de nuevo en un precioso trono de traza neogótica y tallado en plata por Meneses Orfebres (Madrid) en 1916.
Pasados unos años, el trono anteriormente referido se amplio y adornó para darle mayor realce y belleza, y se incorporaron a él las horquillas, como tradicionalmente se venía haciendo desde épocas pasadas.